Me ha pasado muchas veces, desde hace algunos años, que hay días en los que no te apetece hacer gran cosa, por no decir nada. Días en los que quieres dormir para no ser consciente del bajón anímico que en ese momento te envuelve. Recuerdo como me ocurría hace unos seis años, y me costaba relacionarme con algunas personas, que a veces, ni conocía. Solamente al notar de cerca esas personas, me daba cuenta de que no podía estar cerca de donde estaban. ¿Por qué? Estoy hablando de personas jóvenes. Yo estoy actualmente entre los 20 y los 30, más cerca de los 20. Pero cuando tenía 16, 17, 18 y 19 años también me pasaba. No estoy hablando de que fueran personas que no me agradaran por su forma de ser, estoy hablando de mi propia incompetencia a nivel personal, cultural y, porque no, también espiritual. Esto último produce la decadencia en los dos niveles anteriores mencionados.
Yo lo he ignorado algunas veces, en otras, me he intentado consolar hablando con otro tipo de gente, que ahora pienso, que nunca debería de haberme acercado o debería haberlo hecho menos de la cuenta. Pero, últimamente, ya a la edad que tengo, no quiero dejar pasar nada. Cuando ocurre algo quiero saber las razones. Nuestra mente siempre querrá culpar a las personas, a las situaciones que ocurren o a las situaciones que no se dan porque tenemos el deseo de que se den, y a lo mejor ni tiene que darse nunca o no en ese momento. Pero creo que he madurado lo suficiente como para reconocer que hay cosas que nos pasan porque algo estaremos haciendo. Perdón, no se trata de la madurez solo, sino de ser consciente de que para darse cuenta de nuestros propios errores o "falacias" (permitirme incluir este término tan elevado, es solo para cambiar un poco el vocabulario) tenemos que acercarnos a Dios. Cuanto más nos acercamos a Dios, cuanto más nos ilumina su luz, cuanto más cerca está su presencia más nos damos cuenta de nuestros errores, de lo miseros que somos sin Él. Es algo tan real que cada vez que lo experimento es como si fuera algo irrepetible, o como si no lo hubiera vivido ya.
Cómo había dicho antes, culpamos de las situaciones que se dan o no se dan, dependiendo lo que busques porque así creas que necesites aunque no tenga que ser así. No contaré exactamente lo que es porque es demasiado personal. Yo creía que podría ser mi falta de personas íntimas con las que poder expresar, que llevo años teniendo muy pocas, casi ninguna, y me he visto hablando con gente que me da hasta vergüenza contárselo debido a que están muy por encima mía. Pero no era eso. Era algo bastante distinto. Algo que no hubiera descubierto si no tomo la decisión y la determinación de encerrarme en mi cuarto y buscar a Dios para que me mostrara que era. No me conformo con vivir con algo así porque creo firmemente, como puse en mi anterior artículo, que una vida cristiana tiene que ir en progreso. No me conformo, quiero ir a más.
Muchas bendiciones.
Antoinne.
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