martes, 9 de octubre de 2012

Mateo 7:13-14


"Entrar por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso es el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. [Mateo 7:13-14]



Estos dos versículos han hecho mella en mi vida estos últimos días. No son la primera ni la segunda vez que los escuchaba o los leía, sin embargo, es cuando reflexionas acerca de lo que lees y lo compaginas con tu vida cuando te das cuenta de la importancia que tiene aquello que estás leyendo. Siempre nos empeñamos en hacerlo todo tan fácil que buscamos cualquier argumento para no andar por ese camino angosto que lleva a la vida. ¿Qué significado tiene todo esto? ¿Puerta estrecha? ¿Camino angosto? ¡Sí! Significa que, ¡es difícil! Sí, difícil, y también incómodo. Camino angosto es tener que amar a tu enemigo, hacer bien a aquel que te hace mal, dominio propio en situaciones de provocación, no desperdiciar el tiempo, negación a sí mismo, no dar lugar a los deseos de la carne. ¡Qué difícil hermano y hermana! Y que rápido se llega a la confusión y a la retirada hacia el otro extremo. Enseguida pensamos en que todo se puede hacer y no damos el primer lugar a Dios en nuestras vidas, porque si eso ocurriera, no pasaría lo que pasa algunas veces. Lo fácil es caminar por el camino espacioso, fuera la dificultad, amar a quien me ama, no trabajar en aquellas partes de la obra de Dios en la que no se me ve, lo cual es un problema, porque nos importa más lo que ven los ojos del hombre que los ojos de Dios, y es Dios quien nos bendice, prospera y, en definitiva, sostiene. Parece que me salgo del tema al comentar esto, pero no, va todo compaginado, y es un peligro, porque dice la palabra que el camino espacioso lleva al camino de la perdición. Nada ocurre de golpe, todo ocurre tan poco a poco como el movimiento de la aguja de los minutos que lo relojes. Cuando nos vamos a dar cuenta nos convertimos en personas liberales que no escucha la voz de Dios y, por supuesto, no la obedece. Pienso sinceramente que no tenemos la más mínima idea muchas veces de nuestros actos y pensamientos, no tenemos ni idea de lo ricas que son las bendiciones de Dios y damos más valor a los placeres de la vida, y corremos el peligro de perder muchas cosas, incluida la salvación. Estos mensajes no son para desanimar ni juzgar, no hablo por nadie, hablo en general, en donde me he incluido a mí, debido a que lo he experimentado. Bendiciones.

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