lunes, 15 de octubre de 2012

No respaldemos mentiras.


La historia está llena de mentiras y el presente lleno de ingenuos que nos las creemos. Lo que se siembra es lo que se recoge, si estás viendo mala cosecha no te creas las supuestas buenas siembras.

Cuando yo cursaba los estudios de primaria me enseñaron acerca de la expedición española al continente americano. Durante mucho tiempo, fue enseñado como un viaje bonito, largo y tenso, pues a punto estuvo Colón de ser lanzado al mar. Todo esto nos crea un sentimiento hacia los nuestros en el cual respondemos con carácter cuando alguien nos cuenta algo distinto sobre el mismo tema. Y, no nos damos cuenta, y respaldamos una crueldad o una mentira. Yo creo que es mejor respaldar una verdad. Soy una persona abierta a conocer muchas cosas de otros entornos, culturas, y también, personas. Desde pequeño me solidarizaba con los niños africanos que coincidían conmigo en la calle, pero no fue hasta hace unos seis años, cuando conocí verdaderamente otras culturas. Yo, en mi inocencia, siempre he conocido (de lejos) las rivalidades entre España y Francia, Estados Unidos y Rusia, o las naciones de Asia del Sur. Pero me era muy desconocida, y de hecho, extraña, cuando comencé a tener mucha cercanía con amigos de América Latina y conocer que existía una rivalidad entre sus países y el mío. Hablaba con ellos muchas veces sobre esto, y tenían resentimientos generales con los españoles y con España en sí. Las primeras cosas que conocí no parecían importantes, simplemente tertulias adolescentes. Pasaba el tiempo, observaba foros donde se hablaban de temas sociales y futbolísticos; fue entonces donde comencé a conocer algunas de esas razones. Yo me posicionaba en que estábamos en el siglo XXI, que ya habían pasado muchísimos años, y que era algo que no debía quedar en nuestra mente. Error gravísimo que cometí. Puesto que los hechos de la historia que han provocado daños socialmente entran en nuestras vidas y, cuando la persona favorecida no reconoce los errores de “los suyos” no va a ser posible una armonía verdadera (hablo de mi propia experiencia). Yo tengo muchos amigos sudamericanos, y puedo decir honradamente, que nuestro punto más alto de amistad ha llegado cuando yo he reconocido los errores de mis antiguos paisanos y ellos la de los suyos, porque es así. La transparencia es la que une y mantiene las amistades. No pasa nada porque reconozcas tus errores e intentes cambiar. Hay quien toma esto como hipocresía, pero en realidad es lo correcto.

Lo narrado es lo que a mí me ha llevado a creer solamente en una bandera cuyos colores son el blanco, el azul y el granate (la bandera cristiana). Es una bandera que une a los que somos hijos de Dios, que estamos en muchos lugares y que somos distintos física y culturalmente, pero que algo muy bueno nos une. Muchas bendiciones.

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