La historia está llena de mentiras y el presente lleno de
ingenuos que nos las creemos. Lo que se siembra es lo que se recoge, si estás
viendo mala cosecha no te creas las supuestas buenas siembras.
Cuando yo cursaba los estudios de primaria me enseñaron
acerca de la expedición española al continente americano. Durante mucho tiempo,
fue enseñado como un viaje bonito, largo y tenso, pues a punto estuvo Colón de
ser lanzado al mar. Todo esto nos crea un sentimiento hacia los nuestros en el
cual respondemos con carácter cuando alguien nos cuenta algo distinto sobre el
mismo tema. Y, no nos damos cuenta, y respaldamos una crueldad o una mentira.
Yo creo que es mejor respaldar una verdad. Soy una persona abierta a conocer
muchas cosas de otros entornos, culturas, y también, personas. Desde pequeño me
solidarizaba con los niños africanos que coincidían conmigo en la calle, pero
no fue hasta hace unos seis años, cuando conocí verdaderamente otras culturas.
Yo, en mi inocencia, siempre he conocido (de lejos) las rivalidades entre
España y Francia, Estados Unidos y Rusia, o las naciones de Asia del Sur. Pero
me era muy desconocida, y de hecho, extraña, cuando comencé a tener mucha
cercanía con amigos de América Latina y conocer que existía una rivalidad entre
sus países y el mío. Hablaba con ellos muchas veces sobre esto, y tenían
resentimientos generales con los españoles y con España en sí. Las primeras
cosas que conocí no parecían importantes, simplemente tertulias adolescentes.
Pasaba el tiempo, observaba foros donde se hablaban de temas sociales y
futbolísticos; fue entonces donde comencé a conocer algunas de esas razones. Yo
me posicionaba en que estábamos en el siglo XXI, que ya habían pasado muchísimos
años, y que era algo que no debía quedar en nuestra mente. Error gravísimo que
cometí. Puesto que los hechos de la historia que han provocado daños
socialmente entran en nuestras vidas y, cuando la persona favorecida no
reconoce los errores de “los suyos” no va a ser posible una armonía verdadera
(hablo de mi propia experiencia). Yo tengo muchos amigos sudamericanos, y puedo
decir honradamente, que nuestro punto más alto de amistad ha llegado cuando yo
he reconocido los errores de mis antiguos paisanos y ellos la de los suyos,
porque es así. La transparencia es la que une y mantiene las amistades. No pasa
nada porque reconozcas tus errores e intentes cambiar. Hay quien toma esto como
hipocresía, pero en realidad es lo correcto.
Lo narrado es lo que a mí me ha llevado a creer solamente en
una bandera cuyos colores son el blanco, el azul y el granate (la bandera
cristiana). Es una bandera que une a los que somos hijos de Dios, que estamos
en muchos lugares y que somos distintos física y culturalmente, pero que algo
muy bueno nos une. Muchas bendiciones.
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